El Año de la Fe es otro indicio claro por el que Roma se encuentra bien plantada y ubicada, de él sólo pueden surgir muy buenos frutos. Siempre y cuando haya un mínimo de colaboración; si vamos a comenzar el Año de la Fe con un acto ecuménico es aguachentar y diluir el Año de la Fe, es hacerle la guerra a Roma, es no sentir con la Iglesia. Como decía Ezcurra sintetizando la situación eclesial, hay dos religiones que se enfrentan, la del Verbo que se hace hombre y la del hombre que se hace Dios. Nuevamente con ocasión de un Año peculiar vuelven a enfrentarse.
2/3/12
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